Varias veces entrevisté a estos personajes de delantal
blanco y en la mayoría de las ocasiones obtuve una sensación similar que me
motivó a decir: ¡Qué bien hablan los médicos!
La seguridad con la que se expresan transmite una confianza ciega
en cada una de las palabras que salen de sus bocas, y en esos momentos me
gustaría robar un poco de esa firmeza y claridad, y llevarla a mis ámbitos
personales. Poder expresar con mis afirmaciones ¡Acá estoy! ¡Esto es lo que
pienso! Y por qué no decir… ¡Esto es así!
Es que estos personajes son capaces de transmitir lo bueno,
lo malo, explicar un tratamiento, un abanico de posibilidades, y uno, que está
del otro lado, no tiene más remedio que confiar.
¿Cuál es el entrenamiento que reciben? ¿La experiencia de la
cruda realidad que se les presenta en forma de casos o enfermedades? ¿Se trata
de hacerse el duro? ¿De crear un personaje? ¿O simplemente se golpean tantas
veces y por eso son así?
A veces me pregunto estas cosas, pero cuando los escucho
hablar, no puedo dejar de admirarlos, e incluso envidiarlos por su palabra de
pisada firme.
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