jueves, 7 de abril de 2011

Sobre "El manantial"

Estoy leyendo un libro que cuando me lo sugirieron no le di mayor importancia. Pero cuando lo tuve en mis manos no pude parar de leerlo. Hace tiempo que no me apasionaba tanto con una lectura. Todos los personajes que pueden existir en la sociedad están condensados allí, en retratos perfectos. Perfiles y descripciones agudas en las que se siente una lástima profunda por algunos y una admiración intensa por esa figura que todos quisiéramos poder ser: Howard Roark. Diálogos inteligentes que uno no se cansa de leer, y que hasta dan ganas de releer.
De defender la propia libertad e integridad, esto se trata el libro.  De que el móvil en el camino no sea la opinión de los otros sino la certeza de saber lo que se quiere hacer aunque implique ser egoísta: realizar aquello que nos hace felices y que amamos. Ser libres, poder elegir por sobre todas las cosas.
Destacar alguna una cita del libro es muy difícil, porque cada palabra de sus hojas es completamente imprescindible, pero creo este es un buen resumen: “Peter, antes de hacer las cosas para la gente, debes ser la clase de persona que puede hacer cosas. Pero para hacer las cosas, debes amar hacerlo, no las consecuencias secundarias. Al trabajo, no a las personas. A tu propia acción y no a un pobre destinatario de tu caridad” (…) “Lo único que me importa, mi objeto, mi premio, mi principio, mi fin, es el trabajo en sí. El trabajo hecho a mi manera, Peter. Salvo eso no hay nada en el mundo que puedas ofrecerme”.
Otra de mis favoritas es referida a los parásitos mentales: “El hombre que engaña y miente, pero que conserva una fachada respetable. El se sabe deshonesto, pero los otros lo creen honesto, y saca su respeto a sí mismo de ahí, en forma parasitaria. El hombre que recibe el crédito de un logro que no es suyo. Se sabe mediocre, pero es genial a los ojos de los demás. Son parásitos mentales. No les interesan los hechos, las ideas, el trabajo. No preguntan: ¿Esto es cierto?, preguntan: ¿Es esto lo que los demás creen que es cierto? No juzgan, repiten. No hacen, dan la impresión de que hacen. No crean, aparentan. No tienen habilidad sino amistades. No tienen mérito sino influencias”.  
 (“El manantial” de Ayn Rand)

1 comentario:

  1. El final tiene un discurso que no tiene desperdicio. Me gustaría tenerlo en la pared para leerlo todos los días. Increíble lo que escribía Ayn Rand.

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